El día de ayer celebramos el día del padre en Venezuela y creo que ha sido uno de los mejores para mí, puesto que he tenido algunos análisis y experiencias personales que lo han marcado de manera muy particular. Y quiero compartirlo porque aunque me crié con una madre soltera no me siento huérfano de padre puesto que siempre tuve a mi lado figuras que lo representaron para mí, de tal manera que nunca sentí una ausencia o vacío al respecto. Al mismo tiempo , aunque no tengo una paternidad biológica por la vocación que he elegido (sacerdocio) si tengo una paternidad espiritual que a lo largo de mis años he tenido la oportunidad de conocer personas que me la han permitido ejercer.
Referente al primer punto, que nunca me sentí huérfano de padre, quiero mencionar al esposo de mi difunta abuela, mi abuelo Jorge Mendoza, ya que gracias a él en mi infancia tuve una figura de padre que me brindo los elementos humanos necesario para crecer en un ambiente de seguridad, protección, respeto, obediencia, educación, pero sobre todo lleno de amor, en efecto, no hay otra manera de explicar la valentía y madurez de un hombre que hizo de una familia extraña su propia familia, de unos hijos y nietos que no eran de su propia sangre, la razón de uma entrega para dar y ofrecer, en medio de limitaciones e imperfecciones, lo mejor de sí.
Además de mi abuelo, que ayer tuve la oportunidad de visitar, también debo mencionar a mis tíos y primos mayores que también fueron para mí esa figura de padres que necesitaba. Como me lo dijo el rector del seminario cuando entré, refiriéndose a los sacerdotes que allí estaban, que nunca me iban a faltar padres. Aunque es un juego de palabras es una lección de vida, no sólo para mí sino para todos a quienes les haya tocado una circunstancia de vida semejante, pues Dios siempre va a poner en nuestro camino a esas personas que de una u otra manera van a ayudarnos a ver los positivo de las cosas, haciéndonos sentir que no estamos solos.
Hablando de esas personas que permiten nunca nos sintamos solos, entró a considerar el segundo punto de este post, y es sobre el agradecimiento a aquellas personas que me han permitido ejercer una cierta paternidad espiritual, haciendo valer uno de los significados que más me encanta vincular con el término de 'padre' y es con el de 'principio' y 'origen' de cosas hermosas y maravillosas en las personas. Así tenemos como San Pablo se autodenomina 'padre' ante la comunidad de Corintios ya que su presencia entre ellos hizo surgir su fe en Cristo (1Cor 4,15).
Hoy en día a los sacerdotes se nos dice padres porque acompañamos el proceso de fe de muchas personas, ya sea por la administración de los sacramentos, la predicación de la palabra y/o la guía de comunidades. Qué bonito es cómo además a esto se le añade la parte humana y es que te digan padre de corazón, porque así lo sienten, porque has ayudado, porque has estado, porque has sido para esa persona realmente un principio u origen, una base firme de crecimiento en valores que son necesarios para la cotidianidad de nuestra existencia humana.
Precisamente ayer a través de esa muestra de cariño en las comunidades donde actualmente presto mi servicio en la parroquia Santa Faustina Kowalska, así como diversos mensajes que me hicieron llegar algunas de mis amistades y particularmente mis amados sobrinos, fue una ocasión maravillosa donde pude experimentar que esto es una hermosa realidad, una bendición de Dios.
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