El primer rayo de sol llegó acompañado por el canto de un pájaro que mañaneó a posarse en la ventana donde una flor esperaba que el abuelo abriera los ojos para metérsele por la mirada.
―Caramba ─dijo el abuelo― tres regalos al mismo tiempo, y yo que pensé que la vida había perdido lo hermoso.
Caminó hasta la ventana, dejó que el sol le calentara las arrugas, «a lo mejor y de los surcos de mi rostro crecen de nuevo las ganas de vivir»; tomó la flor «¡vaya que es hermosa!» y todo lo dijo mientras escuchaba el canto del pájaro que se había alzado hacia el cielo.
Hacia tiempo que no sentía una mañana diferente, fue tan placentero que de inmediato recordó la tarde en que su madre lo había llevado a conocer el tren. El tren no era más que una chatarra que hacía un contraste de épocas, pero a él le pareció que aquel armatoste era hermoso, un caballo de hierro invencible. Jugó toda la mañana en los vagones y cuando su madre le dijo que era hora de regresar, la abrazó tan fuerte por haberle dado aquella alegría que jamás se le iría de su corazón.
Cuando retornó al presente escuchó la queja de la vecina porque le habían robado una flor, el abuelo cerró la ventana, metió la flor en una jarra y se dejó llevar por la rutina de las horas.
Dos días después el mismo espectáculo se escenificaba en su ventana, el sol, el pájaro y la flor; también escuchó la queja de la vecina y esta vez sintió una inquietud porque la mujer estaba hablando con el policía del sector de que alguien se estaba robando las flores de los jardines y de pronto, sin serlo, empezó a sentirse como un ladrón.
Un nuevo amanecer y en su ventana estaba la flor y por supuesto, el policía investigando el robo. Ahora quería que descubrieran al ladrón porque si no lo culparían a él, pero el policía era torpe o el ladrón muy inteligente porque las flores seguían apareciendo en la ventana del abuelo, de modo que supo que él mismo tendría que resolver el misterio.
Esa tarde salió a la plaza donde sospechó del plan del policía y los vecinos para atrapar al culpable; «parece que ahora sí me atraparán» se dijo, «llegarán a mi ventana, verán la flor, dirán que soy cómplice y luego querrán echarme del pueblo» pero si esta noche descubro quién es el culpable, podría salvarme.
Esa noche lo esperó sentado, en la oscuridad de su soledad, pero no llegó y a media mañana cuando despertó y vio la flor en la ventana corrió a esconderla, aunque fuera no había vecino que pudiera descubrirlo. Ahora sí estaba convencido de que el ladrón era él, de que estaba sufriendo de insomnio y no lo sabía, de que se levantaba dormido a cortar las flores, las dejaba en su ventana y volvía a la cama; ahora estaba pensando en entregarse.
Y lo hubiera hecho, pero justo frente a la ventana estaba el rostro del culpable, el abuelo no podía creerlo, era él mismo, de niño, era el rostro que tenía cuando su madre lo llevó a conocer el tren. Hubiera querido llorar de nostalgia, pero no pudo porque la imagen le sonrió y luego se fue diluyendo en el vacío.
Pero entonces cayó en cuenta de que pronto entrarían en su casa como estaban haciendo en todas las demás, verían las flores marchitas y no podría explicarles que fue él, pero en un rostro del pasado, en el rostro de su niñez. Ahora necesitaba entender el misterio para no sentir que estaba loco.
Y esa mañana caminó hasta el tren, algo le decía que allí estaba la respuesta. El tren estaba intacto en su antigüedad, miró los vagones y los recorrió con aquel recuerdo primerizo, con aquella alegría ingenua, inocente y ahí supo que seguía vivo, que detrás de su piel estaba el corazón latiendo con el deseo de aferrarse al mundo. Esa tarde cuando regresó lo esperaban para revisar su casa; no pudo negarse, sabía que estaba en manos de ellos.
Los robos han continuado o porque el policía se hace el torpe o porque el ladrón es muy inteligente y ahora las flores aparecen en todas las ventanas. El abuelo se unió para ayudar a los vecinos a descubrir el sospechoso y como dijo que lo vio una mañana, les ha dado la idea del rostro; la gente lo mira y cree conocerlo y el abuelo sonríe en silencio mientras se imagina en la travesura de cortar la próxima flor.
The first ray of sunshine came accompanied by the song of a bird that landed on the window where a flower was waiting for grandpa to open his eyes and look at it.
─Oops ─said Grandpa- three gifts at once, and here I thought life had lost the pretty.
He went to the window, let the sun warm his wrinkles, "maybe from the furrows of my face the will to live will grow again"; he took the flower "wow, it's beautiful!" and said it all while listening to the song of the bird that had soared into the sky.
It had been a long time since he had felt a different morning, it was so pleasant that he immediately remembered the afternoon when his mother had taken her to see the train. The train was no longer anything more than a junk that made a contrast of ages, but he thought the thing was beautiful, an invincible iron horse. He played all morning in the cars and when his mother told him it was time to return, he hugged her so tightly for having given him such joy that it would never leave his heart.
When he returned to the present he heard the neighbor's complaint that a flower had been stolen, grandfather closed the window, put the flower in a jar and let himself be carried away by the routine of the hours.
Two days later the same spectacle was staged at his window, the sun, the bird and the flower; he also heard the neighbor's complaint and this time he felt uneasy because the woman was talking to the policeman of the sector that someone was stealing the flowers from the gardens and suddenly, without being one, he began to feel like a thief.
A new dawn and in his window was the flower and of course, the policeman investigating the robbery. Now he wanted the thief to be caught because otherwise he would be blamed, but either the policeman was clumsy or the thief was very clever because the flowers kept appearing in Grandpa's window, so he knew he would have to solve the mystery himself.
That afternoon he went out to the square where he suspected the plan of the policeman and the neighbors to catch the culprit; "it looks like they will catch me now" he said to himself, "they will come to my window, see the flower, say I am an accomplice and then they will want to run me out of town" but if tonight I find out who the culprit is, I could save myself.
That night he waited for the thief sitting in the darkness of his solitude, but he did not come, and at mid-morning, when he woke up and saw the flower in the window, he ran to hide it, even though there was no neighbor outside who could discover it. Now he was convinced that the thief was him, that he suffered from insomnia and did not know it, that he got up in his sleep to cut the flowers, left them at his window and went to bed again; now he thought of turning himself in.
And he would have done it, but right in front of the window was the face of the culprit, the grandfather could not believe it, it was himself, as a child, it was the face he had when his mother took him to meet the train. He wanted to cry with nostalgia, but he couldn't because the image smiled at him and then faded into the void.
But then it dawned on him that soon they would enter his house as they were doing in all the others, they would see the wilted flowers and he would not be able to explain to them that it was him, but in a face from the past, in the face of his childhood. Now he needed to understand the mystery so he wouldn't feel he was crazy.
And that morning he walked to the train, something told him the answer was there. The train was intact in its antiquity, he looked at the cars and walked through them with that first time memory, with that naive, innocent joy and there he knew that he was still alive, that behind his skin was the heart beating with the desire to cling to the world. That afternoon when he returned, they were waiting for him to search his house; he could not refuse, he knew he was in their hands.
The burglaries have continued either because the policeman plays dumb or because the burglar is very clever and now flowers appear in all the windows. Grandpa rallied to help the neighbors discover the suspect and since he said he saw him one morning, he has given them the idea of the face; people look at him and think they know him and Grandpa smiles silently as he imagines the mischief of cutting the next flower.
Mi entrada al hispaliterario 27
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