El río en el patio
«Muchacha, échele agua al patio para que no levante polvo.»
Pero ella misma impedía que le hiciera caso porque tomaba la perola y lanzaba agua y luego había que sacar agua en lugar de polvo.
Un día se pasó de agua y como no se terminó de sacar porque la noche llegó más apurada que la miseria, hubo que dejar el patio encharcado, y la sorpresa fue que en la mañana todo estaba inundando; el patio era un río que repartía brazos por donde antes estaban los caminos.
Nadie podía salir porque la casa se había vuelto una isla. Papá quería ir a ordeñar, mamá estaba preocupada por las gallinas, la abuela había empezado a barrer la orilla desde temprano, a Luis le pareció bien porque podía seguir dormido y yo estaba aterrada, pensando que nos ahogaríamos.
Quedamos aislados hasta que mi papá hizo una canoa con la poquita madera que estaba disponible, y como no cabíamos todos; uno por uno la empezó a usar. Papá fue y ordeñó. Mamá usó su turno para ir a revisar los nidos de las gallinas. Abuela remó hasta el centro del río para empezar a barrer desde allí. Luis no usó su turno porque seguía dormido y yo usé el mío para ir a hacer mis necesidades, lejos.
Dos meses después, papá seguía ordeñando y ya hasta lo hacía sentado en la canoa; mamá iba por los huevos y nunca se le partía uno; abuela seguía barriendo el centro del río; Luis se había convertido en un gran pescador y ahora comíamos pescado, huevos y leche. Yo había aprendido a remar con seguridad y mi turno lo usaba para pasear.
Un año después todos en el pueblo tenían una canoa para venir a visitarnos. Papá tenía vacas nuevas para ordeñar y estaba contento; mamá había cambiado gallinas por patos y estaba feliz viendo a sus patitos nadar en la corriente; abuela se molestaba porque ahora los patos se atravesaban y no la dejaban barrer; Luis había aprendido a pescar desde su cuarto, al principio tenía anzuelos por todos los alrededores de la casa, pero cuando mamá trajo los patos, los patos empezaron a caer en los anzuelos, entonces mamá le prohibió que pescara de día; ahora Luis pesca de noche; y yo tengo un novio con el que salgo a dar vueltas, lejos, pero mamá no quiso que subiera a su canoa, así que él va en la suya y yo sigo usando la de la familia.
Era tan bonito tener un río en el patio de la casa; el nuestro nos servía de espejo porque todos en el pueblo se comparaban con nosotros; nos servía de cerca, nos daba alimentos, limpieza y por las noches era como estar metido en el mismísimo cielo porque todo al alrededor brillaba; era como si el destino nos hubiera elegido para decirle a los demás que lo hermoso sí es posible, pero que nunca le llega a todos en el mimo momento.
Dos meses después del año, mi novio me pidió en matrimonio. Papá dijo que mataría la vaca más nueva para celebrar. Mamá dijo que como le sobraban patos, donaría varios por si la carne de la vaca no alcanzaba. Luis no ofreció pescado porque además de buen pescador se había convertido en un hombre razonable, y pues, en los casamientos nunca se reparte pescado, dijo, que tal que a la novia ese día se le clave una espina y en lugar de ir a celebrarla, haya que ir a llorarla.
La abuela era la más afanada con la limpieza; ocupaba doble turno en la canoa, quería tener el río limpiecito para que los invitados no se ensuciaran cuando se mojaran; metía la escoba con insistencia en lo hondo y en una metida se le enredó y como no iba a dejar la escoba metida en el río, la empezó a jalar con más fuerza, pero la escoba se había enredado en una raíz que tenía años allí, que estuvo antes de que aquello fuera el patio de la casa, estuvo mucho tiempo de bajo del patio, era una raíz enorme que había sido desenterrada por el agua, pero eso no le importó a la abuela, que siguió jalando a su escoba como si fuera lo único que tuviera y cuando le ganó la batalla a la raíz, todo se acabó.
La raíz salió completica y por el hueco que hizo se fue el río; se llevó la canoa y los peces, se llevó los patos y la alegría porque nadie volvió a visitarnos. Todos quemaron sus canoas y hasta mi novio se olvidó de mí. Después nos vino una sequía que ni agua tuvimos para echarle al patio, de donde se levantaba el polvo que se repartía por los mismos caminos por donde antes nos había sonreído el río.
The river in the yard
"Girl, throw water on the patio so it won't raise dust."
But she herself prevented me from paying attention to her because she took the perola and threw water and then water had to be taken out instead of dust.
One day the water was too much, and as it was not finished because the night came more in a hurry than misery, the patio had to be left waterlogged, and the surprise was that in the morning everything was flooding; the patio was a river that spread arms where the roads used to be.
Nobody could go out because the house had become an island. Dad wanted to go to milk, mom was worried about the chickens, grandma had started sweeping the shore early in the morning, Luis was fine with it because he could stay asleep and I was terrified, thinking that we would drown.
We were isolated until my dad made a canoe with the little wood that was available, and as we couldn't all fit; one by one he started to use it. Dad went and milked. Mom used her turn to go check the hens' nests. Grandma rowed to the center of the river to start sweeping from there. Luis didn't use his turn because he was still asleep and I used mine to go relieve myself, far away.
Two months later, dad was still milking and even did it sitting in the canoe; mom went for the eggs and never broke any; grandma was still sweeping the center of the river; Luis had become a great fisherman and now we ate fish, eggs and milk. I had learned to paddle safely and my turn served for a walk.
A year later everyone in town had a canoe to come visit us. Dad had new cows to milk and was happy; mom had traded the chickens for ducks and was happy watching her ducklings swim in the creek; grandma was upset because now the ducks were in the way and wouldn't let her sweep; Luis had learned to fish from his room, at first he had hooks all over the house, but when mom brought the ducks, they started falling on the hooks, so mom forbade him to fish in the daytime; now Luis fishes at night: and I have a boyfriend I go hiking with, far away, but mom didn't want me to go in his canoe, so he goes in his and I still use the family canoe.
It was so nice to have a river in the backyard of the house; ours served us as a mirror because everyone in town compared themselves to us; it served us closely, gave us food, cleanliness and at night it was like being in heaven itself because everything around us shone; it was as if fate had chosen us to tell others that beauty is possible, but it never reaches everyone at the same time.
After two months, my boyfriend asked me to marry him. Dad said he would kill the newest cow to celebrate. Mom said that since she had a lot of ducks, she would donate several in case the cow's meat was not enough. Luis did not offer fish because besides being a good fisherman he had become a reasonable man, and well, at weddings you never give fish, he said, what if the bride swallows a thorn that day and instead of celebrating you have to go and mourn her.
Grandma was the one who did most of the cleaning, she did double shifts in the canoe, she wanted to keep the river clean so the guests wouldn't get dirty when they got wet; She would insistently stick the broom in the deep part of the river and on one occasion it got tangled and as she was not going to leave the broom in the river, she began to pull harder, but the broom had become entangled in a root that had been there for years, that was there before it became the yard of the house, It was a huge root that had been dug up by the water, but that did not matter to the grandmother, who kept pulling the broom as if it was the only thing she had, and when she won the battle against the root, it was all over.
The root came out completely and through the hole it made the river went; it took the canoe and the fish, it took the ducks and the joy because no one came to visit us again. Everyone burned their canoes and even my boyfriend forgot about me. Then came a drought and we didn't even have water to pour in the yard, from which dust rose and spread along the same paths where the river had smiled on us before.
Diseño de imagen de portada creada con la inteligencia artificial VQGAN+CLIP
Cover image design created with the artificial intelligence VQGAN+CLIP
Translated with www.DeepL.com / Translator (free version)