Certainly the Moon is an inexhaustible source of memories, some happy and some not so as well; in my case it is more a reminder of the value of life itself. Anyway, I will try to explain myself. That night as my brothers and I were being led along that thick bush path, I simply forgot about all the gods I had prayed to up to that moment and clung to that insistent luminescence that caressed my pupil and came from the skillful beams of full moonlight that skirted the branches of the trees.
The recent rain raised the scents of moss and decaying leaf litter in the nocturnal vapor, disguising the smell of fear that enveloped us on our last march. It was precisely the gift of that light that allowed me to look at my brothers and sisters with their lying rictus that tried to look as if they were composed for each one of the steps that took us away from life as we walked with our hands tied behind our backs.
I also looked closely at the German lieutenant, I could not help but notice his SS officer's insignia, his gestures and his childish attitude for whom this seemed like a fun field trip, he himself took command of that squadron to escort these seven gypsy souls to their destination. With the barrel of his P38 he pushed one and the other of us while he muttered in German "dogs without owner".
Yes, we were the last seven gypsy survivors from that part of the world, who had been held captive for the last thirty days, fed with just enough scraps so as not to perish.
At last we arrived at the bank of a semi-frozen stream, the soldiers pushed us to our knees facing the stream, none of us protested even when the Lieutenant with a dagger drew a mark on our foreheads while reciting strange phrases; They lifted us up in the same way they knelt us, tied us in pairs to save bullets and with a single shot in the chest they dispatched the first two pairs, mortally wounded they went to the stream to sink slowly; the last three of us were tied up, leaving me last.
I heard a dull shot and felt the lead burning my chest, I swear by all the arts of my ancestors that I never lost consciousness even while I rolled, tied to my dead brothers, down the short ravine that separated us from the water and as we began to sink I saw again the moon that at last felt like showing herself complete among the branches, I begged for her gifts with the last glimmer of breath I had left.
I felt something drag me out of the creek, a heavy shadow was settling over my own soul, and then I understood. There was no longer cold or lead; fear sank into the river with my dead brothers. What was given to me that night was not just life but the blade of a shadow sword.
What followed was an act of pure and simple justice. I went after the german squadron in an intangible rage. Perhaps I should have taken more time and savored the fear and confusion of the soldiers as I dismembered them with each night blade strike until only the lieutenant was left who never stopped laughing out loud as he unloaded his P38 firing into nothingness and shouting repeatedly in his languish "Yes it exists, yes it exists" before losing his head at my last blow.
Now that I write down this testimony in the small notebook pasted in a curious leather that I took from the corpse of the lieutenant, the same notebook in which he had written down the steps of the infernal ritual in which he sacrificed us as an offering to the entities of the underworld.
I only hope it will be found by some sensible soul who will expose the horrors and extermination to which we were subjected by Aryan hatred.
For now I will fade into this ground that my ancestors trod until the next full moon summons me from the darkness, I will gallop the dense fog of the forest until I find the tormentors of my race and let fall upon them the edge of shadow vengeance.
ESPAÑOL
Ciertamente la Luna es fuente inagotable de memorias, algunas felices y otras no tanto; en mi caso es más bien un recordatorio del valor de la vida en sí misma. En fin trataré de explicarlo. Aquella noche mientras nos llevaban a mis hermanos y a mi por aquella tupida vereda de arbustos, yo simplemente me olvidé de todos los dioses a los que hasta ese momento había rezado y me aferré a esa insistente luminiscencia que acariciaba mi pupila y provenía de los hábiles haces de luz de luna llena que sorteaban las ramas de los árboles.
La reciente lluvia elevaba en el vapor nocturno las esencias del musgo y la hojarasca en descomposición disimulando el olor a miedo que nos arropaba en aquella nuestra última marcha. Fue precisamente el obsequio de aquella luz la que me permitió mirar en mis hermanos sus rictus de mentira que trataba de aparentar entereza ante cada uno de los pasos que nos alejaban de la vida mientras caminabamos con las manos atadas a la espalda.
También miré con detenimiento al teniente alemán, no pude evitar fijarme en sus insignias de oficial de la SS, sus gestos y su actitud pueril para quien aquello parecía un divertido paseo de campo, él mismo tomó el mando de aquel escuadrón para escoltar a estas siete almas gitanas a su destino. Con el cañon de su P38 empujaba a uno y otro de nosotros mientras murmuraba en alemán "perros sin dueño"
Sí, eramos los últimos siete sobrevivientes gitanos de aquella parte del mundo, quienes fuimos mantenidos en cautiverio por treinta días alimentados con los mendrugos suficientes para no perecer.
Al fin llegamos a la orilla de un arroyo semi congelado, los soldados a empujones nos arrodillaron de frente al arroyo, ninguno de nosotros protestó ni siquiera cuando el Teniente con una daga nos dibujaba en la frente una marca al tiempo que recitaba extrañas frases; nos levantaron de la misma forma que nos arrodillaron, nos ataron en parejas para ahorrar balas y de un solo disparo en el pecho despacharon a las dos primeras parejas, heridos de muerte fueron a dar al arroyo para hundirse lentamente; a los últimos tres nos ataron quedando yo de último.
Alcancé a oir un sordo disparo y sentir el plomo calcinando mi pecho, juro por todas las artes de mis ancestros que nunca perdí la conciencia ni aún mientras rodaba, atado a mis hermanos muertos, por el corto barranco que nos separaba del agua y al empezar a hundirnos vi de nuevo la luna que al fin se antojó de mostrarse completa entre las ramas, rogué por sus dones con el último atisbo de aliento que me quedaba.
Sentí que algo me arrastró fuera del arroyo, una sombra pesada se posicionaba sobre mi propia alma y entonces lo entendí. Ya no había frío ni plomo; el miedo se hundió en el río con mis hermanos muertos. Lo que me fue dado aquella noche no era sólo vida sino la hoja de una espada de sombra.
Lo que siguió a continuación fue un acto de pura y simple justicia. Yo hecho furia intangible fuí tras el escuadrón alemán. Tal vez debí tomarme más tiempo y saborear el miedo y la confusión de los soldados mientras los desmembrada con cada golpe de filo nocturno hasta que quedó sólo el teniente quien nunca dejó de reir a carcajadas mientras descargaba su P38 disparando a la nada y gritando repetidamente en su lengua " Sí existe, sí existe" antes de perder la cabeza ante mi último golpe.
Ahora que apunto este testimonio en la pequeña libreta empastada en una curiosa piel que tomé del cadáver del teniente, la misma libreta en la que él había anotado de los detalles del ritual infernal en el que nos sacrificó como ofrenda a entes del averno.
Espero sea encontrado por alguna alma sensata que exponga los horrores y exterminio al que fuimos sometidos por el odio ario.
Por ahora me desvaneceré en este suelo que mis ancestros pisaron hasta que la próxima luna llena me invoque de las tinieblas, galoparé la densa niebla del bosque hasta encontrar a los atormentadores de mi raza y dejaré caer sobre ellos el filo de la venganza de sombras.
Traducido con DeepL free versión/ Las imágenes de portada son cortesía de Pixabay editadas en Canva y Picsart/ Encard diseño de Canva.
Texto de ficción original de @joalheal
Translated with DeepL free version/ Cover images courtesy of Pixabay edited in Canva and Picsart/ Encard design by Canva. Original fictional text by @joalheal
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