Ciertas figuras del arte en general, y de la literatura en particular, se convierten en seres de atracción individual, a los que, frecuentemente, no podemos acceder del todo o desentrañar. Supongo que les ocurre. A mí me pasa, por ejemplo, con el autor que traigo hoy: John Milton, entre otros.
Acerca de John Milton y su principal obra El Paraíso perdido escribí un post tipo ensayo, que pueden leer por el siguiente enlace. En esta oportunidad, intenté una microficción suponiendo como hablante a la tercera de sus hijas, Deborah, por supuesto, con un modo de expresión actual, no del tiempo renacentista.
Mi padre no fue un hombre rígido y frío, como circuló entre varios intelectuales. Más bien fue una persona afable y de grata compañía. Así lo aprecié y sentí yo, que muchas veces escuché y copié los versos de su Paraíso cuando me los dictaba en las mañanas. Podía ser, sí, exigente y muy esforzado. También una persona de pensamiento y posiciones nada acomodaticias, muy perspicaces.
Se opuso a la jerarquía eclesiástica, y los privilegios de esta. Fue un protestante en su inclinación religiosa, cierto, pero incluso con su iglesia –la anglicana– fue poco condescendiente. Por eso, cuando pienso la palabra "protestante", la veo como una descripción de su carácter: mostrar su inconformidad, su discrepancia, y a respaldar aquello en lo que creía.
Por ello, casi heréticamente, pensó en una conformación monista de las cosas, según la cual todo era una sola sustancia. Se opuso al sentido intocable del rey; este puede ser destituido por el pueblo. Defendió el divorcio y la libertad del matrimonio.
En fin, quizás mi padre creó El Paraíso perdido, ya ciego, como un modo de confrontarnos, tanto con lo que los seres humanos hemos quebrantado por nuestros errores, al igual que una manera fabulosa, acudiendo al mito, de reivindicar la diferencia y el espíritu libre ("el mal", lo llaman algunos), pero sometido a la amenaza del poder, y, por eso, a la condena y el fracaso.
Tal vez mi padre fue una suerte de Luzbel de su tiempo.
Referencias | References:
https://es.wikipedia.org/wiki/John_Milton
https://en.wikipedia.org/wiki/John_Milton
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Like Luzbel (microfiction about John Milton)
Certain figures in art in general, and in literature in particular, become beings of individual attraction, which, frequently, we cannot fully access or unravel. I suppose it happens to them. It happens to me, for example, with the author I bring today: John Milton, among others.
About John Milton and his main work Paradise Lost I wrote an essay-type post, which you can read at this link. On this occasion, I attempted a microfiction, assuming that the third of his daughters, Deborah, was the speaker, of course, with a current mode of expression, not from the Renaissance period.My father was not a rigid and cold man, as was widely reported among various intellectuals. Rather, he was an affable person and a pleasant companion. That is how I appreciated and felt him, as I often listened to and copied the verses of his Paradise when he dictated them to me in the mornings. He could be, yes, demanding and very hard-working. He was also a person of thought and positions that were not at all accommodating, very perceptive.
He opposed the ecclesiastical hierarchy, and its privileges. He was a Protestant in his religious inclination, true, but even with his church—the Anglican—he was not very condescending. That is why, when I think of the word "Protestant," I see it as a description of his character: showing his nonconformity, his discrepancy, and supporting what he believed in.
For this reason, almost heretically, he thought of a monistic conformation of things, according to which everything was a single substance. He opposed the untouchable sense of the king; he can be dismissed by the people. He defended divorce and the freedom of marriage.
In short, perhaps my father created Paradise Lost, already blind, as a way of confronting us, both with what we humans have broken through our mistakes, as well as a fabulous way, by resorting to myth, of vindicating difference and the free spirit ("evil", some call it), but subject to the threat of power, and, therefore, to condemnation and failure.
Perhaps my father was a kind of Lucifer of his time.