Iba camino ha casa, la noche fría me congelaba las manos, estaba agotado.
Cómo de costumbre, Will me hizo trabajar como loco y para colmo se averió mi coche, así que tuve que tomar el tren.
No había asientos disponibles y a mi lado se encontraba un hombre que apestaba a alcohol barato.
Así que a la primera oportunidad de cambiarme de vagón lo hice, cambie al vagón siguiente y fue allí donde té ví.
Hermosa como la luna llena que iluminaba aquella noche oscura, tu piel color café claro, tus imponentes ojos café, tu precioso pelo castaño y tú nariz puntiaguda.
Todo de tí me cautivo, me dejaste sin palabras solo con una simple mirada, me hiciste dudar de mi mismo, solo con el hecho de querer hablarte bastaba para ponerme la piel de gallina.
Me llevo más de lo que pensaba reunir el valor para hablarte, cuando al fin lo hice, al acercarme a tí, quedé mudo, no me salían las palabras.
Solo salió está carismática pregunta.
¿Te gusta el pan?
Fue allí cuando escuche tu risa por primera vez y no pude evitar reírme... No sabía si mi tonto tema de conversación era peor que tu risa.
Pero esa horrible risa puso un sello en mi corazón que hacía muchos años no había estado en él. ¡Me enamoré!.
Nuestra conversación sobre panes fue mejor de lo que esperaba, teníamos los mismos gustos tanto en los panes dulces como también en el café, éramos dos bobos hablando de tonterías.
Nunca antes había agradecido tanto aquellas horas de mi tiempo libre que había malgastado viendo memes en Facebook.
Te faltaba un tornillo. Pero eso solo te hacía parecer más bella.
Me faltó valor para pedirte tu número de teléfono y espere al día siguiente para volvernos a encontrar en ese horrible tren.
Aunque nuestro encuentro fue ya hace cuatro semanas no he dejado de subir a ese tren camino a casa, con la esperanza de volverte a encontrar en él y volver a escuchar tu horrible risa.
Pero no volviste y no sé que hacer con todo esto que me carcome por dentro, daría todo por otra charla contigo y preguntarte de nuevo.
¿ Te gusta el pan?
Imagen original tomada por un INFINIX hot 10!
I was on my way home, the cold night froze my hands, I was exhausted.
As usual, Will made me work like crazy and to top it off my car broke down so I had to take the train.
There were no seats available and next to me was a man who reeked of cheap alcohol.
So at the first opportunity to change cars I did, changed to the next car and that's where I saw you.
Beautiful as the full moon that illuminated that dark night, your light brown skin, your imposing brown eyes, your beautiful brown hair and your pointed nose.
Everything about you captivated me, you left me speechless just with a simple look, you made me doubt myself, just wanting to talk to you was enough to give me goosebumps.
It took me more than I thought to muster up the courage to talk to you, when I finally did, when I approached you, I was speechless, the words did not come out.
Just this charismatic question came up.
You like bread?
It was there when I heard your laugh for the first time and I couldn't help but laugh... I didn't know if my silly topic of conversation was worse than your laugh.
But that horrible laugh put a seal on my heart that hadn't been on it for many years. I fell in love!.
Our conversation about bread was better than I expected, we had the same tastes in sweet breads as well as in coffee, we were two fools talking about nonsense.
Never before have I been so grateful for those hours of my free time that I had wasted watching memes on Facebook.
You were missing a screw. But that only made you look more beautiful.
I lacked the courage to ask for your phone number and wait until the next day to meet again on that horrible train.
Although our meeting was already four weeks ago I have not stopped getting on that train on the way home, hoping to find you again on it and hear your horrible laugh again.
But you didn't come back and I don't know what to do with all this that eats me up inside, I would give everything for another talk with you and ask you again.
You like bread?
Original image taken by an INFINIX hot 10!