^{Un cordial saludo, amigos de la Comunidad Literatos. Permítanme presentarme, mi nombre es José Luis D´Hoy Dominguez, usuario @joslud. Soy un amante de las historias y la lectura en general. También me gusta creer que puedo escribir relatos. En esta oportunidad les comparto mi creación del final de la historia comenzada por @hispaliterario: La Colina de Poe. Espero la disfruten.}

Y así pudo haber ocurrido, pero por alguna razón el Sr.Poe se abstuvo por un tiempo de continuar por ese camino de hipnotizar con su voz, controlar y hacer morir a sus fanáticos, que aun seguían siendo varios cientos.

Algunos dicen que ya no le quedaba espacios tras las paredes de su residencia, donde ocultar lo cadáveres. Otros, más bénevolos, dicen que aún le quedaba algo de conciencia, (supongamos que aún le quedaba un poco) y que de seguir con la destrucción volvería a quedarse solo, sin ningún seguidor y la soledad le pesaba mucho.

Otros dicen que se aburrió del poder, y que como todo buen creativo que se aprecie, su historia había entrado en un punto muerto tras llegar al clímax. Que necesitaba su némesis, alguien que lo equiparase en poder para volver a inspirarse.

Mi opinión, amables lectores, es que el monstruo que el mismo creo, le paso factura. Ningún hombre ha llegado a equipararse a Dios, sin que pague las consecuencias; “ley Kármica” le dicen algunos, justicia divina le dicen otros. Lo cierto es que el verdugo de Poe fue su propia culpa, (por eso creo que aún le quedaba un poco de alma.)

Les resumo: Acababa yo de cerrar un caso de asesinato, más bien un atroz accidente en las que un orangután estranguló a una madre y su hija. Cuando recibí un mensaje al privado del número de Poe (lo confieso fui uno de sus fans), en la que explicaba que requería mis servicios de investigador para resolver una serie de asesinatos que estaban ocurriendo en Indiápolis. A mi juicio y por la manera en que relataba los hechos, necesitaba más de un psiquiatra que de un inspector de policía, pero en fin, acepté investigar.

Me trasladé a su residencia el Rancho Usher en la Rue Morgue de la Colina Poe en Indiápolis, lo primero que llamó mi atención fue el intento de camuflar el olor de la muerte con mirra e incienso. La casa, aunque impecablemente limpia, desprendía un olor a podredumbre, a albañal, saliendo de las grietas de las paredes.

El Sr. Poe comienza un discurso lleno de incoherencias bien disfrazadas tras un lenguaje místico y sobrenatural. Como que estaba recibiendo mensajes de las almas que fueron asesinadas por el monstruo, pues había desarrollado poderes para escucharlos. Que dichas voces parecían venir como ecos, desde dentro de los muros de piedra recién terminados en su residencia.

Siguió con su historia, explicando cómo había recibido algunos mensajeros del más allá, a la sazón una docena de gatos negros cada uno faltándole un ojo, que le transmitían mensajes a su mente para luego aparecer cruelmente desollados en los jardines. Igualmente apareció un enorme cuervo de color azabache, que se adueñó del alfeizar de la ventana de su cuarto, con la peculiaridad que este cuervo también le lanzaba acusaciones directas de que él era el responsable de los homicidios.

Pero, lo que le llevó a contactarme fue el intento de extorsión que le estaban realizando por sus redes. Una supuesta Eleonora le lanzaba maldiciones y juraba vengarse por que el la había matado. Poe confesó saber quién era el cerebro tras toda esa confabulación, un antiguo colega escritor que le envidiaba sus éxitos. Este era un anciano profesor, que extrañamente había perdido uno ojo en un extraño accidente en la misma universidad donde se graduó Poe. Poe le descubrió pues las cámaras de seguridad en su residencia lograron una toma del único ojo del anciano, “semejante al de un buitre” -dijo.- Poe lo había estado buscando desde entonces, pero el anciano había salido de viaje al exterior, con rumbo desconocido.

Apreciados lectores, hasta este punto he sido lo más objetivo posible, lo que narraré a continuación entra en un limbo para mi desconocido, debido a los inexplicables acontecimientos que se sucedieron a partir del momento en que decidí preventivamente esposarle a una silla como sospechoso, para que no se hiciera daño. Acción que tomé frente al estado de crispación y crisis nerviosa que manifestaba el Sr. Poe.

En ese instante, en medio de la sala un gato negro con un solo ojo lanzo un maullido en el que claramente pude escuchar la palabra “culpable” retumbando en las paredes. De igual manera un cuervo azabache llegó a posarse en el borde de la chimenea, levantó sus alas y miró directamente a Poe con ojos de un demonio recién despertando y dijo, así es, dijo: “Culpable”.

Al mismo momento el retrato ovalado de una hermosa doncella, se cayó convirtiendo el piso en un lodo negro, salpicando al Sr. Poe y este comienza a disolverse como bañado en ácido muriático hasta convertirse en un hediondo y putrefacto lodo entre negro y el color de la inmundicia.

Entonces la casa misma comenzó a derrumbarse y las paredes se abrieron dejando salir una centena de cadáveres que yacían colocados verticalmente uno al lado del otro.

Estimados lectores, se que les costará creerlo, pero juro que digo la verdad, me respalda mi ética y mi historial profesional. Del Sr. Poe no se pudo recuperar su cadáver; la casa continúa bajo las experticias de los investigadores criminalísticos. Y escribo esto para anunciarles que pronto estará a la venta mi libro con la versión de los hechos del Rancho Usher en la Colina Poe de Indiápolis, hagan su reserva por Amazon.