Sunday mornings in Madrid are usually accompanied by a very special picturesqueness, where it is common to find some unexpected surprise, because not only the pedestrian exercises his new right to run or stroll quietly through that priceless part of the recently declared Paseo de la Luz , which is -and excuse the redundancy- the Paseo del Prado, but also, you can find cultural and folkloric acts, which not only animate due to their brilliant idiosyncrasy, but also get the viewer to get carried away by their beauty implicit and has a vision of our florid and ancestral traditions.

Las mañanas de los domingos en Madrid, suelen acompañarse de un pintoresquismo muy especial, donde es frecuente encontrarse con alguna inesperada sorpresa, pues no sólo el peatón ejerce su nuevo derecho a correr o a pasear tranquilamente por esa parte inapreciable del recién declarado Paseo de la Luz, que es -y valga la redundancia- el Paseo del Prado, sino que además, puede encontrarse con actos de carácter cultural y folklórico, que no sólo animan por su brillante idiosincrasia, sino que también consiguen que el espectador se deje llevar por su belleza implícita y tenga una visión de nuestras floridas y ancestrales tradiciones.

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