La palabra de esta semana nos transporta al siglo VI de nuestra era y nos hace pensar en lo doloroso que fueron las torturas de aquella época. Derivada del verbo trabajar, que a su vez proviene de tripaliare, voz latina que significa "torturar, azotar" y tiene su origen en la palabra tripalium —instrumento constituido por tres palos en los que se amarraba a un criminal para torturarlo de distintas maneras—, la cual, fue asociada más tarde con el sustantivo trabajo, cuyo sentido etimológico de "sufrimiento, dolor" sigue vigente.
Esto último podemos apreciarlo en algunas de las acepciones que dicha palabra tiene en el "Diccionario de la Real Academia Española": "dificultad, impedimento o perjuicio"; "penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz". Por eso es común escuchar que alguien "está pasando trabajo" cuando nos referimos a una persona que vive una situación desfavorable, o "pasó mucho trabajo para llegar a donde está" cuando hablamos del éxito de ese individuo.
Trabajo también significa: "esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital". Por supuesto, iniciar cualquier empresa es trabajoso: abrir una cafetería, producir una película, segar la mala hierba, salir a buscar trabajo; sobre todo cuando nos mata la pereza y respiramos gracias a ella.
Los primeros trabajos no eran remunerados: solamente trabajaban los esclavos y su única recompensa era un poco de comida o más latigazos para que siguieran moviendo la piedra que conformaría la tumba del faraón. En la antigua Grecia y durante el imperio romano, esta práctica también era frecuente, aunque se les daba ciertos privilegios a los esclavos que demostraban tener talento para el arte o la filosofía.
Más tarde, en la Edad Media, el trabajo estaba relacionado con el ascetismo y la salvación espiritual, gracias a las creencias infundidas por la Iglesia. El sistema laboral de esta época, constituía principalmente en un feudalismo agrario con siervos sujetos a la gleba, por costumbre, estado o ley, que se veían obligados a realizar la mayor parte del trabajo necesario.
En el Siglo de Oro español, para conseguir un cargo importante o distinción, era necesario demostrar que ni el solicitante ni sus antepasados nunca habían trabajado, razón por la cual ningún noble estaba dispuesto a ensuciarse las manos, pues trabajar estaba considerado como un deshonor.
Tras la Revolución Francesa, la llegada de la época contemporánea y la industrialización, el concepto que tenía la sociedad de esta palabra cambió y trabajar se volvió indispensable para lograr la libertad económica individual y, además de subsistir, disfrutar de bienes materiales.
Referencias:
• Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española (21a ed.).
• Corominas, J. (3ra.). (1987). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Gredos, S. A.
• Fisas, C. (2da.). (1995) . Palabras que tienen historia. Planeta.
• Wells et. al (1964). Gran Enciclopedia del Mundo. DURVAN, S. A. de Ediciones.
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