Ella por fin olvidó el sabor aciago del pasado
las derrotas, las notas desafinadas, los malos amores
se quedó con un pañuelo en el puño apretado
que ya ha perdido su tacto en la caricia y sus colores.
Ella ya no tiene un dolor donde lo tenía,
ya no siente que sea profundo aquel tropiezo
que siempre creyó que no merecía.
Ella ahora mira adelante, a un nuevo comienzo.
Ya no tiene hojas secas entre los libros de amor,
ya no tiene amor entre los libros viejos,
ya no busca amor entre los que no saben de dolor,
porque es allí donde nacen los amores buenos.
Ella se ha liberado de todo remordimiento
se ha quitado la braga, se ha soltado el pelo,
ha botado el maquillaje y los sentimientos
ella ya no tiene miedo de golpear primero.
Ella es sólo ella, sin una sombra, sin un antecesor,
se libró de las malas lenguas y de la zozobra
que la hicieron siempre fracasar en el amor,
ya no tiene miedo de gritar con una obra,
ya no puede volver a atrás, perdió el camino
se encontró con la felicidad al sentirse liberada
es una menos, que ha perdido el destino
para hacer su obra social acostumbrada,
ya la vida no tiene una mujer para ser discreta
la sociedad perdió otra más para ser sumisa,
una que podría vestirse de satén y fingirse princesa
pero prefirió andar por el barro y sin zapatillas.
Ella sonríe porque se quedó sin ganas de complacer,
el mundo critica lo que no es capaz de comprender
Dios se felicita porque ella ha empezado a creer
que su vida es mucho más que parir y padecer.
Foto propia