- Las prioridades de Dios -
En el tiempo actual se pone mucho énfasis en la educación intelectual de los niños. Nos damos cuenta de ello, sobre todo, si observamos las razones más frecuentes por qué los niños son premiados o castigados: casi siempre se trata de logros intelectuales. Aunque padres y profesores hablan a veces de la importancia de "valores", del "carácter" o de la "socialización", raras veces demuestran a los niños que estas cosas realmente les importan.
¿Que oportunidades tiene un niño en nuestra sociedad para ganarse un premio "verdadero"? - Casi únicamente en relación con su rendimiento intelectual: cuando saca buenas notas en la escuela, o cuando gana un concurso de matemática o de ciencias. (O, con mucho menos frecuencia, en alguna competencia deportiva.) En cambio, ¿dónde se premian públicamente a los niños que son más dispuestos a ayudar a los demás, o a los niños que no mienten?
Las prioridades de Dios son distintas. "Lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación" (Lucas 16:15). Ante El, el desarrollo de un carácter santo es mucho más importante que el desarrollo de la inteligencia.
Santiago contrasta de la siguiente manera la sabiduría de este mundo con la "sabiduría de lo alto":
"¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz."
(Santiago 3:13-18)
El afán por las notas escolares, y las competencias intelectuales, producen el fruto de la sabiduría terrenal: Celos, envidia, contención, y "toda obra perversa". Se les enseña a los niños a ser egoístas, a pensar solamente en el propio triunfo, y no pocos de ellos aprenden a usar medios deshonestos para sacarse una mejor nota. No aprenden a ser benignos ni a ser honestos.
Entonces, este no puede ser el método aprobado por Dios para desarrollar la inteligencia. La verdadera inteligencia y el verdadero entendimiento tienen que ver con conocer a Dios:
"Los hombres malos no entienden el juicio, pero los que buscan al Señor, entienden todas las cosas."
(Proverbios 28:5)
(Tomado de: Hijos del Altísimo)