Priorizarme para sanar: Un viaje personal tras la pérdida de Valentina

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Priorizarme para sanar: Un viaje personal tras la pérdida de Valentina

Hola mis queridos amigos de #hive 😊😊😊

Hoy, les escribo una reflexión poética, tras haber leído varios artículos y un vídeo en la web del autor Carl Hung, que me llevó mucho a meditar y a evaluar ese trasfondo para sanar.

Sé que la pérdida de mi hija Valentina ha sido un gran golpe devastador que ha cambiado mi vida por completo y digo que para siempre, ya nada será igual. Pero en medio de este dolor, debo aprender a estar, ser y vivir, por ende, llevo meses buscando toda técnica, método y formas que me ayuden a sanar está herida.

Y pues, cae como anillo al dedo esta lectura que leí hoy por el grupo de WhatsApp de las enseñanzas de Carl Jung sobre el proceso de sanación que han iluminado mi camino, por consiguiente me llevó a buscar más información al respecto en la web, me gustó mucho un vídeo del cual comparto acá: [Link del Video] (https://m.youtube.com/watch?v=lzZyIlimT7A).

Sencillamente en este proceso, he descubierto que, para sanar, debo mirarme sin filtros, sin cohibirme y confrontado mis miedos y emociones que emergen de esta profunda tristeza y dolor tras La muerte de mi hija.

Cuando pasamos por este tipo de situaciones, siempre nos vemos señalados o dictaminado de alguna manera por las expectativas de la sociedad, en ese momento sentimos la presión de ser fuertes por temor al que dirán, nos hace ver que debemos seguir adelante, como si la pérdida no marcara nuestras almas por completo.

Sin embargo, entendí en mi experiencia de vida que cada cabeza es un mundo y cada mundo es visto de forma diferente, pues necesitamos romper esos esquemas, por lo tanto es vital entender que no hay una sola manera de afrontar el dolor, no es como te digan, es como tu lo estás sintiendo. Es por ello, que debemos mirar más allá de todos esos esquemas y reconocer que el duelo es un viaje único y personal que cada uno llevará según su forma de concepción y sentimientos arraigados, y que está bien permitirse la vulnerabilidad.

Todo este aprendizaje recibido el día de hoy, me ha permitido entender mi manera de sentir este dolor puntiagudo, lo cual me ha llevado a romper los moldes que me han impuesto una vez más, esos arquetipos que me dicen que debo estar en calma, soltar y dejar que el tiempo pase para que el dolor se vaya, que no debo llorar más porque no la voy a dejar descansar, que debo ser el pilar en lugar de permitir que otros vean mi debilidad, mi fragilidad y vulnerabilidad.

Entendí una vez más, que la sociedad a menudo nos empuja a encajar, a seguir un camino preestablecido, que no debemos romper ese patrón, porque será mal visto y estaremos haciendo el mal.

Pero señores, les confieso que en este viaje hacia la sanación en la que me encuentro, he aprendido que me debo a mí misma la libertad de sentir mi dolor, de ser auténtica en mis emociones, en mis sentimientos y sanar a mi manera, no clmo lo quieran los demás. Pues sencillamente, me debo permitir experimentar el dolor sin censura, sin tabú, sin temor a ser juzgada, ni a nada que se le parezca. Es allí, donde encontraremos ese camino al compás y ese vals que nos encamina a la sanación y es a través de esta autenticidad que realmente comenzaremos a sanar.

Aquí entendí, con esta maravillosa información suministrada por este autor, que debo enfrentar mis emociones para poder ayudarme a deshacerme de las cadenas invisibles que me atan al dolor de perder a mi hija, debo buscar hayar alguna manera para sanar y vivir en el día a día con su ausencia.

Valentina me enseñó tanto sobre el amor, la alegría y la vulnerabilidad desde su nacimiento y que a través de su muerte, debo buscar esas nuevas formas de recordarla bonito, que sus recuerdo debo atesorarlo en el tiempo, pues debo aprender de alguna manera a abrazar tanto el sufrimiento que me ocasiona el dolor de haberla perdido como la luz que debo volver hayar para continuar mi camino y seguir adelante.

Entendí, que no puedo huir del dolor, sería un error hacerlo, nos haríamos más daño; pues tenemos que vivirlo, por ende me estoy dando de cuenta que esto es una parte de mi historia y de mi crecimiento.

Entonces reflexiono más a profundidad, que debo permitirme que las lágrimas fluyan, caigan como torrenciales de aguas vivas, que limpien mi camino y que debo sentir el sufrimiento de ese dolor, dejarlo que exista en mi vida, pues, tengo que desafiar la percepción de que debo ser fuerte y estoica para empezar a sanar.

Me obedezco a aceptar este dolor, esta es una realidad de la cual no puedo escapar, y pues es allí, donde debo encontrar la verdadera fortaleza donde debo ser capaz de sentir profundamente y, al mismo tiempo, honrar la memoria de mi hija.

Les confieso amigos que este viaje no es solo un acto personal de sanación, pues es un acto de entender este dolor, derribar esas creencias sociales que nos dicen cómo deberíamos sentir, cómo deberíamos actuar tras una pérdida. Se trata de romper con estos moldes, de liberarme de la necesidad de encajar en una narrativa que minimiza el dolor que he experimentado en estos largos meses.

He aprendido que no puedo seguir ignorando las voces en mi mente que me dicen que debe ser diferente, que debo confrontarlas y entenderlas, para así poder aceptarlas y avanzar en mi camino hacia la sanación.

En este proceso de priorizarme, estoy reconociendo que la sanación no es una línea recta o un destino final, sino una serie de etapas que requieren tiempo, paciencia y amor propio, que paso a paso las iré viviendo y superando. Solo me obedezco el abrazar la totalidad de mis emociones, y al romper las cadenas que me atan a las expectativas ajenas, podré encontrar una nueva forma de vivir que honre a Valentina y que, a su vez, me permita vivir en un espacio de autenticidad.

Sé que el viaje es difícil, pero es necesario, por ende es el camino que elijo recorrer, porque sé que me conducirá hacia mi sanación y cada paso que doy hacia la aceptación y el amor propio es un homenaje a la luz que Valentina fue en mi vida.


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