Era un 14 de junio, en mi país esos días en honor a Ernesto Ché Guevara se realizaba o realiza un acto para cambiarle los atributos a los pequeños de primaria.
Recuerdo que esos días no eran para nada mis favoritos, estaba en Primer grado y tenían que ponerme la pañoleta azul, pues era la que les tocaba a los estudiantes de esa edad.
Nunca me gustó siquiera el uniforme, o los zapatos, las medias tan largas. Aquel día mi mamá estaba más emocionada que yo. Todos los estudiantes tuvimos que caminar alrededor de la plaza de la escuela formando una M de Martí, el Héroe Nacional de mi país, y justo en el momento que anunciaran oportuno los padres entrarían a romper las filas para recibir de mano de ellos los atributos: en este caso la pañoleta azul. Recuerdo que a los más grandes les colocarían pañoleta roja en compañía de un distintivo.
El acto que tuvo lugar ese día lo estuvimos ensayando una semana antes, con el objetivo de que la M nos quedara perfecta.
Estos días nunca me agradaron por esas mismas razones, no me gustaban los ensayos y ni hablar del momento en que tuve que recitar consignas delante de todos, esos momentos eran protagonizados por el pánico escénico.
En cambio, hoy día, disfruto las actividades en las que tengo que declamar en el matutino, ya los nervios me abandonaron. Mi actual uniforme me gusta, no me incomoda, hay más flexibilidad con las medias y no tengo que llevar ninguna pañoleta solo en algunas ocasiones un distintivo. Los ensayos ya son más soportables.
Les comparto este recuerdo, porque hace unos días observando el álbum de fotos me di cuenta de cuanto he cambiado de ese día hasta el de hoy. Cuando vi esa foto solo me quedó sonreír porque quién le diría a la Samantha de aquellos días que ahora le gustaría lo que antes no. Recordar es volver a vivir
La foto es de mi propiedad.
Los invito a participar en la iniciativa Jueves de TBT
Invito a @zandra1975 @jhon09