Español
Imagen editada en Canvas
Rojo y blanco en una ceremonia sepulcral, vestigios en un diario sellado con sangre y dolor. Y luego el fuego precioso y feroz devorando la cabaña, allí donde se ocultaba la única prueba de la mentira. ¿Te amo? ¿Te amaré por siempre? No, ya no me amarás jamás, porque la eternidad se acaba de llevar tus promesas. Y aquí, frente a las cenizas de la muerte y la brisa que juega con mi falda, soy capaz de llorar por ti aunque no lo merezcas. Los gusanos en la tierra devoran felices mis lágrimas, amontonándose como burbujas blancas para liberarme de la imagen inocente de mi corazón.
Suspiro, y luego inhalo: huele a carne quemada.
Aprieto el diario en mis manos, incapaz de volver a ver lo que develan sus páginas: Fotografías de cuerpos de obligadas sonrisas, clavados con estacas en las paredes de tu carbonizada madriguera. ¿Por qué me dejaste el testimonio de estas atrocidades? Rojo y blanco veo en las hojas cuadriculadas, y colores apilados alrededor de las imágenes de tortura. Imposibilitada a conocer nuevamente tu verdadero rostro, abro el baúl de tus secretos para encontrarme con la inscripción que destruyó mi mundo, y que dice:
“Tú, que lees esto, eres bienvenido a disfrutar del Diario de Howard. Aquí conocerás la naturaleza oscura de tus instintos.”
Imagen Original de Schanna || Pixabay
Cariño, aunque estés muerto, puedo decirte con seguridad que no te equivocaste. Las fotografías de las páginas restantes muestran a las víctimas, y detrás de su sufrimiento, tú sonríes como si la sangre rociada en tu cuerpo fuera motivo de algún chiste. ¿Te burlas de mí? ¡Desgraciado seas por la eternidad! ¿Cómo fue que viviste una doble vida por tanto tiempo? Ante mis ojos y los de mi familia fuiste un hombre detestable, digno de todo deshonor y todo castigo psiquiátrico; pero a escondidas nunca dejaste de ser un ángel camuflado de monstruo.
“¿Un monstruo?”
Los monstruos no salvan vidas, sin embargo tú lo hiciste, salvaste la mía. Aquella mañana de mariposas y flores me poseíste en esta misma cabaña. Estaba perdida, deambulaba entre los árboles con una mancha de sangre en mi vestido blanco… blanco y rojo… blanco y rojo. Escuché tu voz que me llamaba, aunque el cuchillo sobre mis dedos solo quería clavarse en tu corazón. ¿Quién era yo en esa época? El fuego susurra y dice tu nombre en cánticos, y el humo dibuja tu rostro sonriente. ¿Howard? ¡Tú me salvaste! ¡Me salvaste aunque yo deseaba desterrarte de este mundo!
¿Te amo? ¿Te amaré por siempre?
Me arrastraste hasta la cabaña y me brindaste agua y comida, obviamente, tras atarme de pies y brazos. Días después sentí tu beso en mi mejilla, y, en el ligero destello de la cámara fotográfica, podía mirar tu peculiar sonrisa. Era yo incapaz de mantenerme libre de los delirios. Blanco y rojo… blanco y rojo… y el cuchillo en mis manos, y el fuego reflejándose en él desde la hoja puntiaguda hasta el puñal.
“Howard… ni si quiera después de tu muerte soy capaz de perdonarte.”
Imagen Original de darksouls1 || Pixabay
De la cabaña ya no queda más que un vapor negro, y eso me hace feliz, Howard. Moriste aquí porque yo decidí matarte, enterrarte junto a las antiguas pesadillas de mis entrañas podridas. Ahora, a pesar del olor a chamusco, puedo respirar el aire de la libertad que nunca sentí contigo. Tu cámara era silente como los destellos de las estrellas que se retuercen en la densa capa de esta noche. Tu diario, mi diario, permanecerá enterrado con todos sus secretos. Nadie en el mundo podrá saber de nuestro secreto compartido, y si ha de saberse será por mi propio testimonio.
“Te amo.” ¿Por qué mi conciencia no puede olvidarte?
Ojos curiosos nos miran, Howard, desde un lugar que no conocemos, ¿Ves lo que has hecho? El día en el bosque, mientras deambulaba en las sombras del delirio, vi el reflejo de tus labios muertos. No pude controlarme, Howard, aunque tu intestaste hacerlo. Atraje a ese pobre chico a la oscuridad con la promesa de los besos y el noviazgo. Me gritabas desde la mente, y tu voz retumbó en la razón que yo misma encerré en mi conciencia. ¡Pensé que no eras real! ¡Mi madre me dijo que tú no existías!
Blanco: como el color del vestido que llevé en el internado psiquiátrico.
Rojo: como la sangre del chico que asesiné tras mi falsa recuperación.
Imagen Original de oliana_gruzdeva || Pixabay
Y entonces llegó tu idea: una cámara fotográfica para retratar mis maldades, ¡para que fuera consciente del pecado de mis manos! Te dejé usar mi cuerpo, y lo poseíste sin dudarlo por días enteros. Liberaste algunos de mis rehenes, pero no ha todos porque regresé antes de que lo pudieras hacer. ¿Cómo te atreviste a ser el culpable de mi propia locura? La cabaña y los cuerpos que restaron ardieron ante tu definitiva muerte, porque sí, he decidido matarte para intentar ser la chica dulce que ama a los gatos.
“Te amo.” Me abrazo a mi misma tras pensarlo.
“¿Te amaré por siempre?”, No a ti, Howard, pero canalizaré ese amor para darme una segunda oportunidad. Tu diario, mi diario, ya no me afectará más pues entiendo la culpabilidad que has tenido en cada muerte fotografiada. Adiós, querido, adiós para siempre…
Rojo: como el corazón que late en mi pecho.
Blanco: como las palomas de la libertad.
Y aunque te odie por la eternidad, admito lo que asimila mi conciencia: “Los monstruos no salvan vidas, sin embargo tú lo hiciste, salvaste la mía.” ¿Podré ser feliz? ¿Podré regresar sin el peso de la vergüenza? Por ahora solo enterraré este diario en lo profundo de la tierra, y allí yacerá por la eternidad hasta que el fuego devaste el universo y solo resten cenizas.
La mente humana es tan compleja como la chispa del universo.
English
Image edited in Canvas
Red and white in a burial ceremony; traces in a diary sealed with blood and pain. And then the beautiful and fierce fire devouring the cabin, where the only evidence of the lie was hidden. Love you? I love you forever? No, you will never love me anymore, because eternity has just taken away your promises. And here, facing the ashes of death and the breeze that plays with my skirt, I am able to cry for you even if you don't deserve it. The worms in the earth happily devour my tears, piling up like white bubbles to free me from the innocent image of my heart.
I sigh, and then inhale: it smells like burnt meat.
I clutch the diary in my hands, unable to see again what its pages reveal; photographs of bodies with forced smiles, nailed with stakes to the walls of your charred burrow. Why did you leave me the testimony of your atrocities? Red and white I see on the grid sheets, colors stacked around the images of torture. Unable to know your true face again, I open the trunk of your secrets to find the inscription that destroyed my world, and that says:
“You, who are reading this, are welcome to enjoy Howard's Diary… here you will discover the dark nature of your instincts.”
Schanna's Original Image || Pixabay
I smile; Honey, even though you're dead, I can tell you for sure that you weren't wrong; the photographs on the remaining pages show the victims, and behind their suffering, you smile as if the sprayed blood on your body is the subject of some joke. Do you make fun of me? Woe to you for eternity! How did you live a double life for so long? Before my eyes and those of my family you were a detestable man, worthy of all dishonor and all psychiatric punishment; but secretly you never stopped being an angel camouflaged as a monster.
"A monster?"
Monsters don't save lives, yet you did; you saved mine That morning of butterflies and flowers you possessed me in this very cabin. I was lost, wandering among the trees with a blood stain on my white… white and red… white and red dress. I heard your voice calling me, although the knife on my fingers only wanted to stick into your heart. Who was I at that time? The fire whispers and says your name in songs, and the smoke draws your smiling face. Howard? You saved me! You saved me even though I wanted to banish you from this world!
Love you? I love you forever?
You dragged me to the cabin and gave me water and food, obviously, after tying my arms and feet. Days later I felt your kiss on my cheek, and, in the light flash of the camera, I could see your peculiar smile. I was unable to keep myself free from delusions. White and red… white and red… and the knife in my hands, and the fire reflecting in it from the pointed blade to the dagger.
"Howard... not even after your death is I able to forgive you."
Original Image by darksouls1 || Pixabay
There's nothing left of the cabin now but a black vapor, and that makes me happy, Howard. You died here because I decided to kill you, bury you next to the old nightmares of my rotten insides. Now, despite the charred smell, I can breathe the air of freedom I never felt with you. Your camera was silent as the sparkles of the stars that twist in the dense layer of this night. Your diary, my diary, will remain buried with all its secrets. No one in the world will be able to know of our shared secret, and if it is to be known it will be by my own testimony.
"Love you." Why can't my conscience forget you?
Curious eyes watch us, Howard, from a place we don't know; Do you see what you've done? The day in the forest, while wandering in the shadows of delirium, I saw the reflection of your dead lips. I couldn't control myself, Howard, even though you tried to. I lured that poor boy into the dark with the promise of kisses and courtship. You shouted at me from the mind, and your voice resounded in the reason that I myself enclosed in my conscience. I thought you weren't real! My mother told me that you did not exist!
White: like the color of the dress I wore in the psychiatric boarding school.
Red: Like the blood of the boy I killed after my fake recovery.
Original Image by oliana_gruzdeva || Pixabay
And then your idea came: a camera to portray my evil, so that I would be aware of the sin of my hands! I let you use my body, and you possessed it without hesitation for days on end. You freed some of my hostages, but not all of them because I came back before you could. How dare you be to blame for my own madness? The cabin and the bodies that remained burned before your final death, because yes, I have decided to kill you to try to be the sweet girl who loves cats.
"Love you." I hug myself after thinking about it.
“Will I love you forever?” Not you, Howard, but I will channel that love into giving myself a second chance. Your diary, my diary, will no longer affect me as I understand the guilt you have had in each photographed death. Goodbye, dear, goodbye forever...
Red: like the heart that beats in my chest.
White: like the doves of freedom.
And although I hate you for eternity, I admit what my conscience assimilates: “Monsters don't save lives, however you did; you saved mine.” Will I be able to be happy? Will I be able to return without the weight of shame? For now I will just bury this diary deep in the ground; there it will lie for eternity, until fire ravages the universe and only ashes remain.
The human mind is as complex as the spark of the universe.