Hola,
Sé que este saludo puede ser el inicio de una historia y debo cumplir con los respectivos convencionalismos sociales que enmarcan todas las relaciones humanas. Mi querido lector (desconozco tu género, pero eso no tiene relevancia) lo primero que te preguntaras de seguro es: ¿Quién soy? espero tengas suerte en encontrar esa respuesta porque al día de hoy yo la busco, pero ello no debe apañar este escrito porque tengo poco tiempo para hacerlo.
Hoy poseo 25 años de vida física desde la última vez que volví a este plano y te diré que he caminado por terrenos que tú conoces, pero que yo nunca vi. Somos diferentes ya que el inexorable fantasma del pasado nos persigue a un ritmo distinto. Nunca he dejado de ser abstracto para el populo, pero te aseguro que lo he intentado.
Te escribo esta carta sin propósito aun cuando lo que narrare más adelante merezca una respuesta. "No puedo ocultar la verdad, ni negarme a enseñarla" ¿Esa frase tiene significado para ti?
Hace un par de meses atrás, me tope con un caballero de avanzada edad en un cyber café de Ciudad Guayana, lo interesante de este peculiar individuo fue su verbo para conmigo, me llamo amigo sin siquiera conocerme y lo más curioso al cabo de unas horas de cuestionarme con un montón de preguntas sobre verdades filosóficas como lo haría el querido Maestro Sócrates, se atrevería a llamarme Mahatma, aquella palabra aun revolotea en mi mente como mariposa encerrada en un aviario.
Desde entonces, he estado en constante aprendizaje sobre aquello que había leído alguna vez como joven curioso por las verdades del universo, pero querido lector, sigo sin saber nada de lo que realmente debo. El tiempo transcurre y nos ahogamos en el mar de infinitos conocimientos con un palabrero técnico que al final terminamos sin entender.
Sigo con el relato, antes de iniciar esa extensa conversación ese caballero de melena plateada me pidió ayuda con la transcripción de un documento, al ver sus arrugas y su desconocimiento de lo tecnológico como negarme a ello. Lo que acepte sin dudar, tomé un puesto cómodo frente al ordenador que el alquilaba e instantáneamente el teclado fue el instrumento de creación escogido para iniciar la tarea; él muy atinado inició a dictar palabra por palabra aquel escrito para mí no tenía ningún sentido y puedo evocar con mucha precisión el titulo en mayúsculas “G. I. M.” todavía sigo en la incansable búsqueda del significado de ese acrónimo.
Al iniciar con el primer párrafo me sorprendí y no de buena manera, pero sin chistar digitaba lo que emana de la boca de aquel hombre de tez clara, así sin mediar palabras continúe la labor solicitada; pasó poco tiempo en darme cuenta que transcribía un mensaje en clave o encriptado, algo que solo unos pocos podían entender y este caballero lo quería con características específicas, debidamente justificado y con un numero de palabras por líneas. No fue hasta el final del segundo documento que entendí que a mi lado no está “un cualquiera”, me marcó de tal manera que, podré siempre recordar parte de ese último párrafo del escrito:
“La real y gran familia Ivanor y Miguel eternamente agradecida, bendecida, bendita por siempre, por siempre bendita, bendecida, agradecida…”.
Para mi aquello parecía extraño, pero no desistí de mi primera intención: ayudarle. Al terminar solicitó su impresión, plasmó una firma que tampoco olvidaré, solicitó su digitalización y por último abrimos su correo personal Gmail para enviar el escrito, curioso el hecho que al intentar escribir la dirección del destinatario todas las que aparecieron automáticas corroboraron mi pensamiento, este misterioso caballero, era un Mason y bajo mi pensamiento no era ningún aprendiz; pero es fácil juzgar todo desde la ignorancia.
Al concluir la tarea, salimos del local comercial, me invitó un café y el desarrollo ya lo adelanté, pero la despedida es aun más interesante pues le tendí la mano y le dije:
- Venerable Maestro fue un placer conocerle. -
Su rostro se iluminó con una afable sonrisa y tendiéndome la mano con 100bs diciendo:
- Es todo el efectivo que tengo acéptalo por el trabajo realizado en casa tengo más y si quieres puedes ayudarme a transcribirlo. -
Así que le di mi número celular y quedamos en volvernos a encontrar, pero mi teléfono nunca sonó y no pude volver a verle pues entre otras razones me mudé de ciudad.
Desconozco si sigues mi línea de tiempo, pero hoy es el ayer que no deje de vivir. Mi final aun no está cerca, pero el inicio ya está a la vuelta de la esquina, cada día encuentro una respuesta más a las preguntas que emanan de mi cerebro.
Disculpa lo descortés, pero me he olvidado decir que hace unos años atrás conocí a la Philosophĭa y en su mundo fascinante sin querer me tope con algún libre pensador, hoy con otra perspectiva me niego a iniciar lectura de aquello que podría adelantar con el pasar de los años. ¿Estamos ya en conexión mi querido lector? Te debes estar preguntando el porqué de este escrito sin sentido, pero es necesario que cuestiones su contenido con el ojo que no puede ver. No todo es difícil de comprender cuando se tiene algo tan sencillo enfrente y cito a Anónimo diciendo que “Todo se halla en lo impuro entremezclado”.
Dejo a tu voluntad responder a este mensaje que nace de la nada porque nunca había existido sino hasta este día que dentro de poco se termina. Sé que harás lo primero con un verbo exclusivo para profesionales, pero que agrada al ávido lector. Hoy es el ayer que no tiene retorno, por lo que te pido que en tu respuesta puedas explicarme como: ¿Un pastelero puede hacer 50 galletas exactamente iguales?
Junto a un abrazo fraterno me despido agradeciendo tu paciencia, sé que tal vez te he enseñado algo de valor y aun cuando no te conozca espero fielmente que al margen de la razón puedas sentir que todo esto lo hago por amor.