¡Hola gente de Hive!
Estuve pensando que tema tratar en mi primera publicación luego de mi post de introducción, y decidí ir por el lado del deporte y de las experiencias inolvidables.
Allá vamos.
Desde chico me gustó el fútbol. En mi país es el deporte mas popular, y por herencia fui y soy hincha (simpatizante) de San Lorenzo de Almagro, club enclavado en el barrio de Boedo en la ciudad de Buenos Aires.
Mis primeros recuerdos son el de estar junto a la radio escuchando (y sufriendo) los partidos que disputaba mi equipo, y anhelaba presenciarlo en vivo alguna vez.
Esa vez llegó a mis 6 años, y es el suceso que vengo a narrar brevemente en este posteo.
Un domingo soleado en los comienzos de 1969 fue la ocasión. Recuerdo mi impaciencia en el almuerzo, calmada siempre por mi padre.
Un viaje de 20 minutos en colectivo (autobús) nos separaban del "Viejo
Gasómetro", antiguo estadio de San Lorenzo, y un emblema de la actividad social y deportiva porteña de aquellos años.
En él no solo se disputaban partidos de fútbol, sino además espectáculos de otras disciplinas como boxeo, ciclismo y también famosos carnavales. Tenía una capacidad de 75.000 personas y era el estadio de madera mas grande de sudamérica.
Imborrable fué mi impresión al llegar y ver el colorido, y el entusiasmo de la multitud. Gente de todo tipo y edad, pero todos con un común denominador: el azulgrana (los colores del equipo).
Igualmente recuerdo dos pequeñas decepciones. El no escuchar el relato del partido en vivo (acostumbrado a la radio), y el no poder entrar al campo de juego. Lógicamente que éstas sensaciones se fueron trastocando rápidamente.
San Lorenzo venía de ser campeón argentino el año anterior y se vivía en el público un clima festivo.
Buttice, Veglio, Fisher... Mi padre me señalaba los jugadores que tantas veces había escuchado, y cuyas jugadas en el campo imaginado. Yo no cabía de la emoción.
El rival era Atlanta y el resultado fue abultado a nuestro favor.
En estos tiempos, y gracias a la internet, pude identificar el partido en cuestión y confirmar que el resultado fue 5 a 2.
Recuerdo bajar los escalones de la tribuna de la mano de mi padre y llegar cansado al piso.
Cansado, pero inmensamente feliz. Feliz de haber vivido una experiencia que no olvidaré mientras viva.