EL BURRO Y EL KOALA
Viendo al burro trabajando
desde que iniciaba el día,
un koala murmurando
de esta manera decía:
Mira, burro, ¿hasta cuándo
irás como alma perdida
todo el santo día trasteando
sin disfrutar de la vida?
¿Cuándo duermes tú, criatura?
¿Cuándo es que tomas recreo
para gozar la dulzura
de las mieles de Morfeo?
Aprende de mí, que paso
veintidós horas dormido
y me despierto si acaso
porque el hambre me hace ruido.
Y dijo el burro mirando
al koala con desprecio:
el consejo que estás dando
es el consejo de un necio.
Quien, como tú, duerme tanto
es bruto de la cabeza,
pues se pierde los encantos
que da la naturaleza.
Tú te duermes como un muerto,
como un muerto que respira,
ignorando que es despierto
como se aprecia la vida.
Solo despierto se goza
de la infinita belleza
que nos puso en cada cosa
la madre Naturaleza.
Yo disfruto de lo creado:
cuando brota en el oriente
los resplandores dorados
que nos brinda el sol naciente.
Los diamantes del rocío
cuando la luz se le asoma;
la tierna canción del río
cuando baja de la loma.
El manto verde del prado
que adornan preciosas flores
dando alegría al ganado
que despierta en los alcores.
Y así, koala, laborando
voy el día de arriba abajo
con ejemplo predicando
la gran moral del trabajo.
Pues entiendo claramente,
aunque luzca estrafalario,
que la gloria es de quien siente
que es útil y necesario.
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Texto e imagen de Tomás Jurado Zabala
Gracias por sus amables lecturas