Hacia un mundo mágico
Unas nubes oscuras empezaban a circular el cielo de forma rápida y repentina. Una parvada de cuervos parecía seguir el ritmo de sus vientos. Esther levantó la mirada y notó que se estaba formando una gran tormenta extrañamente al otro lado de la calle donde estaba ubicada una casa deshabitada y totalmente en ruinas.
—¡Mathieu! ¿Podrías vigilar a los niños? Iré a hacer las compras antes de que se largue a llover. Enseguida regreso, no me tardo. —Le dijo Esther a su marido, mientras él parecía estar muy entretenido en lo suyo. —Sí, sí. Yo los miro. —Le respondió.
Ni bien vio que salió por aquella puerta de rejas, volvió a tomar su cerveza hasta quedarse completamente dormido. Jeremy, el hermano mayor de Thobias pensó que no era buena idea cruzar esa calle y mucho menos entrar a una casa abandonada sin saber con qué se podrían llegar a encontrar.
—Bueno, no entremos a la casa pero al menos déjame jugar en ese enorme jardín. Si vemos algo raro nos volvemos corriendo. Aparte despertaremos a papá y nos ayudará, ¿verdad? —Decía Thobias mientras le jalaba la ropa a su hermano intentando convencerlo a toda costa.
—Está bien, pero solo unos pocos minutos, sino nos meteremos en problemas. Tengo una extraña sensación y no quisiera pasar más tiempo del debido. Aparte muy pronto lloverá. —Respondió Jeremy con un rostro empalidecido.
Llegaron hasta la puerta de rejas imitando las pisadas de un gato y miraron hacia atrás para ver si no habían despertado a su padre. Él seguía durmiendo plácidamente mientras lo que quedaba de su cerveza caía hacia un costado de su sillón mecedor. Abrieron la puerta que tenía un simple pasador y cruzaron la calle hacia esa inquietante propiedad.
Esther se percató de ver a alguien entrar allí aunque pensó que lo había imaginado, pues el día para ella había comenzado duro y ya se sentía agotada. El clima también hacía lo suyo, aún con una posible tormenta, el sol se reflejaba sobre la vereda desprendiendo un calor difícil de soportar. Para cuando llegó a la casa, encontró a su marido en su quinto sueño.
—¿Dónde están los niños, Mathieu? —Preguntó con incertidumbre Esther mirando hacia todas partes.
—Creo que subieron a su habitación a jugar. No te preocupes, déjalos que se diviertan. —Dijo Mathieu sin darle mayor importancia al asunto mientras intentaba dar un último sorbo a su botella de cerveza.
Esther dejó las compras sobre la mesa y subió las escaleras a toda prisa y notó que no había nadie allí. Bajó rápidamente a buscar a los niños sabiendo que estarían en un solo lugar; esa gran casa de la que tanto mal se hablaba.
Desde su jardín vislumbró unas siluetas moverse de un lado al otro hasta desaparecer. Una gran niebla lo cubría todo, y mientras más se acercaba allí menos podía verse. Unas gotas de agua empezaban a caer sobre su rostro hasta que un diluvio se pronunció sobre ella. Los niños indudablemente estaban allí, en ese gran jardín donde podía verse una gran cantidad de chispazos destellar sobre la niebla que lo oscurecía todo y lograba confundir absolutamente todos los sentidos.
Por su mente pasaban todo tipo de imágenes. Pensó que se estaban electrocutando con los viejos cables de esa casa que se humedeció con el agua de la lluvia. Cuando se acercó no encontró a nada más que un delgado palo con un rostro pintado con un fibrón de tinta. De él caían dos fierros que simulaban ser el cabello de este artilugio, aunque a simple vista se parecía a un antiguo juguete de algún niño de otra época.
Decidió entrar a esa casa y el hedor que desprendía el lugar parecía que no permitía tomar una bocanada de aire fresco. Se tapó la boca y nariz con un pañuelo y recorrió la casa en busca de sus hijos. Solo encontró cosas muy antiguas en las que se podían observar cosas de los años cincuenta, todo con un deterioro significativo por el paso del tiempo.
Como no encontró a nadie en la casa, volvió al jardín donde había encontrado aquél palo que sin lugar a dudas habían tenido en sus manos sus hijos. Al tomarlo de un extremo una extraña energía se sintió recorrer por su brazo. Se lo quitó de encima de un sacudón y notó que salían unos destellos de electricidad seguido de varias chispas.
—¡Eso mismo fue lo que vi antes de entrar aquí! Juro haberlos visto jugando entre esa extraña niebla. —Se dijo a sí misma encontrándole el sentido a su inquietud.
Lo tomó de vuelta y lo agitó hacia todos lados hasta que le encontró sincronía y dibujó un círculo por donde se creó un portal. A través de él pudo ver a sus hijos y decidió entrar sin saber que luego se estarían preguntando... ¿Cómo saldremos de allí?
Pasadas las horas el hombre se preguntó donde estaba su familia y notó un círculo que brillaba entre la oscuridad de la noche. Se acercó hacia allí totalmente desesperado y vio el portal abierto en el que se podía ver a su familia en lo que parecía ser una época remota donde la gente caminaba con ropa anticuada y se movilizaba en carretas, con la extraña particularidad de que eran impulsadas por caballos alados. Todo lucía muy sobrenatural.
Mathieu decidió entrar al portal hasta que se cerró del todo y se encontró con un mundo del que con el tiempo se tendría que acostumbrar. El palo sonriente aún estaba allí, quizás esperando a que un nuevo niño jugara con él y lo transportara a un mundo mágico y sin igual, junto a la calidez y amor de su familia.
Towards a magical world
Dark clouds began to circle the sky quickly and suddenly. A flock of crows seemed to follow the rhythm of their winds. Esther looked up and noticed that a big storm was forming; strangely across the street where an uninhabited and totally ruined house was located.
—Mathieu, could you keep an eye on the children? I'll go shopping before it starts raining. I'll be right back, I won't be long. —Esther said to her husband, while he seemed to be busy doing his own thing. —Yes, yes. I'll watch them. —He answered her.
As soon as he saw her walk out of that barred door, he went back to drinking his beer until he fell completely asleep. Jeremy, Thobias' older brother, thought it was not a good idea to cross that street, let alone enter an abandoned house without knowing what they might find.
—Well, let's not go into the house but at least let me play in that huge garden. If we see anything strange we'll run back. Besides, we'll wake up daddy and he'll help us, right? —Thobias said while pulling his brother's clothes trying to convince him at all costs.
—All right, but only for a few minutes, otherwise we'll get into trouble. I have a strange feeling and I don't want to spend more time than I should. Besides, it's going to rain very soon. —Jeremy replied with a pale face.
They made their way to the barred door, imitating the footsteps of a cat, and looked back to see if they hadn't woken their father. He was still sleeping peacefully as what was left of his beer fell over the side of his rocking chair. They opened the door, which had a simple latch, and walked across the street to the eerie property.
Esther noticed someone walking in, although she thought she had imagined it, as the day had started hard for her and she already felt exhausted. The weather was also doing its thing, even with a possible storm, the sun was reflecting on the sidewalk giving off a heat that was hard to bear. By the time she got home, she found her husband in his fifth sleep.
—Where are the children, Mathieu? —Esther asked uncertainly, looking everywhere.
—I think they went up to their room to play. Don't worry, let them have fun. —Mathieu said without giving the matter much importance as he tried to take a last sip from his bottle of beer.
Esther left the groceries on the table and hurried upstairs and noticed that no one was there. She hurried downstairs to look for the children, knowing that they would be in one place; that big house that was being talked about so badly.
From his garden he glimpsed silhouettes moving from one side to the other until they disappeared. A great fog covered everything, and the closer she got there the less she could see. Droplets of water began to fall on her face until a deluge was pronounced over her. The children were undoubtedly there, in that large garden where a great amount of sparkles could be seen flashing on the fog that obscured everything and managed to confuse absolutely all the senses.
All kinds of images flashed through his mind. He thought that they were electrocuting themselves with the old wires of that house that was wet with the rain water. When he approached, he found nothing but a thin stick with a face painted with an ink stick. From it fell two iron bars that simulated to be the hair of this contraption, although at first sight it looked like an old toy of some child from another era.
He decided to enter the house and the stench of the place did not seem to allow him to take a breath of fresh air. He covered his mouth and nose with a handkerchief and went through the house in search of his children. He only found very old things in which things from the fifties could be observed, all with a significant deterioration due to the passage of time.
As she found no one in the house, she returned to the garden where she had found that stick that her children had undoubtedly had in their hands. As he picked it up from one end, a strange energy was felt coursing through his arm. He shook it off and noticed some flashes of electricity followed by several sparks.
—That's exactly what I saw before I came in here! I swear I saw them playing in that strange fog. —She said to herself, making sense of her uneasiness.
She took it back and waved it around until she found synchronicity and drew a circle through which a portal was created. Through it she could see her children and decided to enter without knowing that later they would be wondering.... How will we get out of there?
After a few hours the man wondered where his family was and noticed a circle shining in the darkness of the night. He approached it in despair and saw the open portal where his family could be seen in what seemed to be a remote era where people walked in old-fashioned clothes and rode in carts, with the strange peculiarity that they were propelled by winged horses. It all looked very supernatural.
Mathieu decided to enter the portal until it closed all the way and he found himself in a world that he would eventually have to get used to. The smiling stick was still there, perhaps waiting for a new child to play with him and transport him to a magical and unparalleled world, along with the warmth and love of his family.
El texto ha sido traducido con ayuda de Deepl desde el español al inglés. Esta es mi participación en el reto de Hispaliterario donde debemos contar una historia a partir de una imagen (la que aparece en la publicación original). Pueden participar aquí. Se invita a @eliezerfloyd y @andrewmusic a participar.