Gracias a su variado patrimonio artístico-monumental y cultural, Granada es una ciudad turística; la visitan personas españolas y de diferentes latitudes. El fin de semana tuve la dicha de visitar, por primera vez, esta hermosa ciudad, de la que había oído hablar a mi padre, porque en ella nació el poeta Federico García Lorca.
Es una muestra de autenticidad y encanto arquitectónico; un espectáculo colorido de detalles, de ritmos; para recorrerlo con calma y maravillarse con su singular paisaje urbanístico.
Llegué con la expectativa de ser conquistada por su belleza, y ciertamente, sus edificios te transportan a un pasado histórico; a esa Granada musulmana del siglo XI; la de los Reyes Católicos y la actual. Granada es una mezcla de formas, de cultura; como si en ella se hubiese detenido el tiempo, pero a su vez, como si el tiempo fuera la misma agua después de tantas lunas.
También el verde caracteriza a Granada; y aunque de pronto me llegó el Romance Sonámbulo, de Lorca; el cual cito el siguiente fragmento:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Recordé que ese verde termina siendo de desesperanza porque el romance narra una historia triste, y Granada, como la estoy viendo ahorita, es una ciudad de gente simpática, alegre, apasionada y activa; muy tradicionales, sencillos y orgullosos de su tierra.
De lo otro que pude disfrutar fue del cielo. Un azul de paz, de musas; propicio para el día; se presentó como un fondo para el disfrute del espectáculo arquitectónico. Cielo, arquitectura, verde; esa mezcla me recordó otro texto del poeta Lorca, Sobre el cielo verde, del que copiaré solo dos de sus estrofas:
Sobre el cielo verde,
un lucero verde
¿qué ha de hacer, amor,
¡ay!, sino perderse?
Las torres fundidas
con la niebla fría,
¿cómo han de mirarnos
con sus ventanitas?
Para alguien que atravesó el Atlántico, que trae la historia de haber sido descubierta por el almirante Cristóbal Colón; que vivió, a través de sus ancestros, el encuentro entre dos mundos; y que más tarde, en la época colonial, se integró en una sola raza, Granada es un descubrimiento de posibilidades; de reencuentros con la historia universal; esa sensación de tiempos que convergen en el paisaje urbanístico, del verde eterno de las épocas y del cielo bendecido por la divinidad, fue el mejor paseo que pude darme. Me hizo sentir parte de la eternidad, de la vida en toda su amplitud; aunque frente al cosmos no sea más que un punto tragada por la inmensidad.