La mente es poderosa pero el cuerpo es inteligente.
Hoy un martes de Entrenamiento donde tenia sentimientos encontrados, sentí hasta vergüenza de mi, anhele qué lloviera para tener una excusa válida para no ir el día de hoy entrenar.
Pero también tengo la disciplina y la voluntad para ir a entrenar con cansancio, con flojera, ante que todo la responsabilidad conmigo.
Al comenzar a correr en los 300 mts ya sabía que mi cuerpo no estaba normal y sentí como cansancio extremo y mucha pesadez.
Un semáforo en rojo fue el que me hizo tomar un respiro y abandonar la idea de desistir.
Durante mi conversa interna me dije sigue adelante, al ritmo que sea, al tiempo que sea, solo enfocate en hacer la distancia de 8 km.
Y así fue, corrí a un ritmo que podía manejar la respiración no me daba más de allí, imagine un cuadro gripal.
Hice 6 kilómetros en la ruta acostumbrada, y aunque pensé en pararme, lo que hice fue distraer mi mente cambiando la ruta para hacer los últimos 2 kilómetros.
No vi ni el reloj para ver el ritmo, al terminar el entrenamiento, estire y me senté en un banco.
Comencé a registrar mi historial de entrenamiento y el reloj me dijo que mi carga de entrenamiento está demasiada alta, y fue allí donde entendí que era lo que me pasaba.
LA carga de entrenamiento no mide los kilómetros sino el consumo de oxígeno excesivo después del ejercicio y esta semana el entrenamiento fuerte fue el de correr al nivel del mar, aunque fueron 10 km fue muy exigente.
Esto me hizo revisar el registro de entrenamiento del domingo y efectivamente corrí la mayor parte del tiempo con las pulsaciones del corazón muy por encima de 160.
Finalmente, hay que equilibrar el entrenamiento, unos días suaves y otros intensos.
Vamos por más
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