Hola, querido hiver.
Las reflexiones del Diario para estoicos se dedican en este mes de agosto al pragmatismo como eje central. Las ideas están bien y son necesarias para evolucionar y mejorar lo presente, pero sin traspasarlas a la realidad de poco sirven aparte de rellenar cuadernos de notas.
En anteriores etapas de mi vida caí en el tipo de pensamiento que llaman de “todo o nada”. O estaba feliz o me deprimía. Lo que hacía era un éxito o un fracaso total. Sé que es una tendencia de mi carácter, por lo que seguirá ahí mientras viva. Pero he conseguido darle pequeños pellizcos que valoro mucho por la dificultad que conlleva y que me felicito por superar aunque solo sea un poquito.
Es esto último donde los estoicos inciden como estrategia a seguir para una buena vida: concentrarnos en las pequeñas victorias en lugar de buscar como única motivación los grandes logros. Están bien para establecer metas a medio y largo plazo, tener una guía o punto de referencia general. Pero llegar a ellos no está asegurado y necesitamos mientras tanto algo que mantenga viva la llama de las ganas de hacer algo significativo en nuestra vida.
Cada día podemos tener minúsculas metas por cumplir que den sentido a lo que hacemos. Cada pequeña mejora, cada paso nos acerca a ese gran objetivo final. Desde ya sabemos que es inalcanzable, puesto que la perfección no existe. ¿Por qué renunciar a esos bocados de felicidad, sabiendo que jamás nos daremos el atracón soñado?
En mi humilde experiencia al respecto he podido observar avances satisfactorios. Mi nivel de autoexigencia ha bajado de forma proporcional al disfrute por mis quehaceres cotidianos. Me disperso menos, aunque aquí sigo teniendo mucha tela que cortar, pero me siento más satisfecha conmigo misma.
Además he aumentado el tiempo dedicado a actividades “no productivas”. Esto me ha costado muchísimo trabajo, lo reconozco. Estamos inmersos en una sociedad que trata de monetizar y sacar provecho a cada segundo de nuestro tiempo. Los mensajes en esa dirección nos bombardean por todas partes, incluido ese necesario tiempo de ocio que se estrecha cada vez más. La buena noticia es que se puede romper ese círculo vicioso con algo de esfuerzo por nuestra parte.
Tenemos en nuestras manos la llave para mejorar nuestras vidas. Avanzar sin rendirnos, con pasos pequeños en lugar de grandes saltos. Nos cansamos menos y llegamos más lejos. Disfrutando de cada instante, único y especial porque no se repetirá.
Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!
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©️Copyright 2024 Paloma Peña Pérez. Todos los derechos reservados.
Hi, dear hiver.
The reflections of the Diary for Stoics are dedicated in this month of August to pragmatism as the central axis. Ideas are fine and necessary to evolve and improve the present, but without translating them into reality they are of little use apart from filling notebooks.
In earlier stages of my life I fell into the kind of thinking they call "all or nothing". I was either happy or depressed. Whatever I did was either a success or a total failure. I know it's a tendency of my character, so it will be there for as long as I live. But I have managed to give it little nips and tucks which I value highly for the difficulty involved and which I congratulate myself for overcoming even if only a little.
It is the latter that the Stoics stress as a strategy for a good life: to focus on small victories rather than looking for big achievements as the only motivation. They are fine for setting medium- and long-term goals, to have a general guide or reference point. But reaching them is not guaranteed and in the meantime we need something to keep alive the flame of desire to do something meaningful in our lives.
Every day we can have tiny goals to achieve that give meaning to what we do. Each small improvement, each step brings us closer to that great final goal. We already know that it is unattainable, since perfection does not exist. Why give up those morsels of happiness, knowing that we will never have the binge we dreamed of?
In my humble experience, I have been able to observe satisfactory progress. My level of self-demand has decreased proportionally to my enjoyment of my daily chores. I am less scattered, although I still have a lot of work to do, but I feel more satisfied with myself.
I have also increased the time I spend on "non-productive" activities. This has cost me a lot of work, I admit. We are immersed in a society that tries to monetise and profit from every second of our time. Messages in that direction bombard us from all sides, including that necessary leisure time that is getting tighter and tighter. The good news is that this vicious circle can be broken with some effort on our part.
We hold in our hands the key to improving our lives. We move forward without giving up, with small steps instead of big leaps. We tire less and go further. Enjoying every moment, unique and special because it will not be repeated.
See you next time. In the meantime, take care!
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