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.A mi comadre, la poeta Rosana Hernández Pasquier.
La miraba con admiración. Porque pertenecía a esa casta bendita, un poco huraña, un poco bohemia, de los poetas.
La miraba casi con veneración, porque sabía que ella podía ver la poesía que está oculta en todo y luego traducirla en lenguaje para que personas como yo pudiéramos percibirla.
A veces compartíamos tardes de poetas, y aprendía mucho sobre ellos. Entre tazas de café no tinto y galletas María remojadas leíamos por turnos poemas que seleccionaba para la ocasión.
Yo había aprendido con ella, a reconocer un buen poema y a veces me decía a mí misma que parecía un crítico de arte: Reconociendo la calidad o falta de ella en una obra pero incapaz de hacer nada propio al respecto.
Realmente, no era capaz de escribir una línea que valiera la pena.
Esta vez me pidió que la acompañara a Valles de Tucutunemo. Emprendimos el largo ascenso montañoso en un autobús casi vacío.
Iba de visita a casa de una amiga enferma, la parte del camino que hicimos a pie permitió que tomará del suelo algunas piedrecitas y plumas para su colección.
Llegamos a la casa de la amiga y la visita transcurrió sin nada memorable qué comentar, pero cuando salimos, hubo de pasar a casa de la vecina de al lado a dejar un recado y entonces ambas nos sorprendimos ya que a lado y lado de la puerta habían colocado unas piedras de río pero grandísimas, descomunales.
El Tucutunemo corría ladera abajo a gran distancia. Me quedé pensando que sería un vehículo de doble tracción el que las trajo , pero en ese momento, mi amiga, curiosa al respecto preguntó a la dueña de casa:
-Hermosas piedras… tengo una colección en casa. Por supuesto, son pequeñitas. Me encantan las piedras… estas ¿Quién las hizo traer?
Su interlocutora, una dama dedicada a los quehaceres del hogar y a la agricultura, en ese momento molía maíz en una máquina “de las de antes”.
-- Esas las mandé traer yo… porque ellas tienen su fabla.
Pensé que se refería a que había fábulas con respecto a las piedras. Por el camino mi amiga me lo aclaró:
-“Su fabla” es un arcaísmo por “su habla, su lenguaje”…esta señora las hizo traer para tenerlas cerca…porque percibe que tienen su forma de comunicación ¡Y me lo dice con un arcaísmo! Es como … demasiado bello para ser cierto. Esa señora… que tal vez no sepa leer ni escribir… es una poeta. Sin escuela. Sin conocer quizá el término. pero tiene la poesía dentro y la reconoce fuera.
- “Cosas de poetas” – pensé esa noche, al ir a dormir. Como decía al principio, son una casta bendita, un poco huraña, un poco bohemia.
El texto fue creado sin utilizar IA
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